María, tu requiem me ha dejado en la boca el sabor de lo que ha terminado y, aunque ya están lejos, me trae el recuerdo de las vacaciones de verano. Qué magnífico sería vivir permanentemente en vacaciones de verano. Aunque de esto último no creas que estoy muy convencida… En cualquier caso heme aquí preparando tu solemne pollo junto a una tapitas de queso y una copita de vino del que ha venido conmigo de Cádiz para celebrar que todo lo bueno que pasa nos deja su recuerdo del que podemos echar mano para animarnos en los momentos malos.
Ahora que ya he retomado la rutina, que casi se me ha pasado del todo la pena del regreso permíteme que te cuente una “no receta”. Permíteme que te cuente aquello que me he traído en la mochila y que usaré, convenientemente dosificado, en los momentos de bajón.
Por eso quiero proponerte que además de recetas traigamos, a este espacio nuestro, productos, locales, bares, restaurantes o aquellas cosas que relacionadas con la gastronomía nos impacten en un momento determinado o aquellas cosas que vamos descubriendo cuando salimos de casa y nos dejamos seducir por lo que no conocemos.
Todo esto, María, me lleva a hablarte de una calzada romana, de un tipo de cabra, de una fábrica de quesos y de una puesta de sol. A hablarte de un queso que se produce en la Sierra Gaditana y que si te apetece puedes degustar a los pies de la Calzada Romana contemplando la puesta de sol. Si además a todo esto le sumas la compañía de la familia y de los buenos amigos llegarás conmigo a la conclusión de que lo menos que se merece es un himno a la alegría y un canto a que la vida en ocasiones es un lugar maravilloso en el que pasar el tiempo.
Qué mejor himno a la alegría que éste: http://youtu.be/8R3Ki6aqlv4
Para que te sitúes geográficamente tienes que venirte a la sierra de Cádiz la ruta de los Pueblos Blancos, junto a un pinsapar que constituye el Parque Natural de Grazalema o lo que dicho en otro idioma sería 36º42’N 5º23’O. A 128 Km de Cádiz capital y a 858m de altitud. O lo que es lo mismo a Villaluenga del Rosario el pueblo más elevado y pequeño de la provincia de Cádiz. Para que te hagas una idea de lo que es este pueblo en sus cuevas pasaron parte de sus días dos famosos bandoleros: “El Tempranillo” y “Pasos Largos”. Allí se encuentra la única escuela de pastores de Andalucía y se crían ovejas dignas de producir la lana con la que se uniformó a las tropas de Felipe IV y se cría, además, la cabra protagonista de mi receta: LA CABRA PAYOYA. Villaluenga se llama así por la forma alargada de su contorno y por su devoción a la Virgen del Rosario y es, por todo lo anterior y por muchas otras cosas, parada obligada cuando se pasea por los pueblos de la sierra de Cádiz. Una de esas “muchas otras cosas” es su magnífica fábrica de quesos: quesos elaborados con leche de oveja merina de Grazalema y con leche de cabra payoya .
Estos quesos tienen infinidad de premios y puedes encontrarlos de muchos tipos desde los frescos hasta los más curados, todos están muy buenos. Pero mejor que yo te lo pueden contar en la propia página de los quesos y además puedes hasta concertar una visita o una degustación de quesos que realizan los domingos por la mañana.
A decir verdad he estado buscando por Madrid dónde se pueden encontrar o en Lleida pero antes he visto dónde encontrarlos en nueva York, en Londres y en Paris… Cosas de la vida, ya ves exportamos lo mejor que tenemos y aquí no hay manera de encontrarlo.
Para que te sitúes en el tiempo: Eran más o menos las ocho y media de la tarde de un día caluroso del mes de agosto, después de haber realizado la correspondiente parada en Villaluenga para comprar queso. Bajábamos por la carretera hacía Benaocaz. Ya cansados y hambrientos paramos en un mirador que se encuentra en mitad de la bajada. El sol empezaba su camino hacía el horizonte. El hambre, como suele ocurrir muchos casos, nos llevó a la feliz idea de que no sería mala cosa abrir los quesos, la miel, el pan y las uvas que llevábamos en las mochilas y parar en un merendero a echar buena cuenta de todo ello. Dicho y hecho, sólo nos faltaba las cervezas y los vinos pero nada que una parada en el pueblo vecino de Benaocaz no pudiera remediar.
Ya ves las fotos: no teníamos mantelería de hilo, ni servilletas que llevarnos a la boca. El cuchillo lo compramos en una tiendecita del pueblo y cortar el queso no resultó empresa fácil. De platos nos sirvieron los papeles que envolvían a los quesos… No siempre la comida que mejor sabe es la más elaborada , ni siempre el mejor momento es el más planeado.
El caso es que estos quesos fueron el fin merecido para un estupendo día de verano.
No sé cual será para ti el momento más seductor y sensual del día pero, para mí, aquel en que cambian las luces, en que el sol se vuelve rojo es sin duda el mejor. No te cuento más: Sol poniente, hambre, comida, amigos… María, amiga mía, hay pocas cosas mejores que el placer de lo inesperado ni mejores momentos que los que se pasan con los seres queridos compartiendo comida y conversación. Aunque la comida sea tan sencilla como lo son unos quesos con miel, pan y uvas. Por algo se decía aquello de: “uvas, pan y queso, saben a besos”.
No se puede pedir más, un momento así es pura magia.
- Uvas
- Quesos del Payoyo
- Miel de untar
- Pan
- Vino o cerveza
- Cortar el queso
- Cortar el pan
- Lavar las uvas
- Untar la miel a gusto
- Se unen todos los ingredientes en un mismo plato sin que lleguen a mezclarse entre sí y se toman a la puesta de sol con un ramillete de buenos amigos y familia